Y si existieran las tarjetas verdes …
Y si existieran las tarjetas verdes …
El fútbol 8 es la máxima expresión de este deporte. En estas categorías cada partido es una final. No hay un mañana. Los jugadores lo dan todo. Se vacían y compiten hasta el pitido final. Pero en todo momento, los jugadores son honestos, no tienen maldad, respetan al rival, lo consideran un compañero, no un rival.
Un sábado por la mañana cualquiera. Un campo cualquiera de la provincia de Alicante. Las gradas repletas de familiares que acompañan a jugadores de fútbol diez o doce años. En el campo veintiocho niños están dispuestos a disfrutar de su pasión, el fútbol.
El partido arranca con mucha emoción. El equipo visitante se ha adelantado en el marcador y continúa lanzando ataques sobre la portería local. En uno de estos ataques el portero local realiza una doble intervención. En la primera, para el balón con la cara, y fruto del rechace y a corta distancia recibe un pelotazo en el estómago que evita el gol. El portero queda tendido en el suelo, la jugada continúa despejando la defensa, y controlando el balón el equipo visitante, cuando se percatan de la situación, echan el balón a la banda.
Hasta aquí la escena podría ser habitual, y seguro que la hayamos visto otras veces, pero lo sorprendente de este caso está por ocurrir cuando el equipo local devuelve la pelota. El jugador visitante que recibe el balón, lo juega con su portero para empezar otra jugada. Cuando le llega el balón al portero, éste en lugar de jugarlo con el pie, echa la rodilla a tierra y embolsa el balón con las manos.
Resuena el pitido del árbitro en el campo, quién corre con el brazo en alto hacia el punto donde el portero tiene el balón, para señalar libre indirecto por cesión. Momentos de confusión ¿Cómo es posible que se haya pasado de detener el juego para a atender a un rival a sufrir una falta dentro de tu propia área?
Es en ese momento, cuando el entrenador local, entiende que no se puede sacar provecho de esta situación. Le dice a sus jugadores que tienen que lanzar la falta fuera, y al entrenador visitante que no ponga barrera, porque la van a echar fuera. Los chavales sin dudarlo un segundo así lo hacen.
Y sin más, el balón sale por línea de fondo, y a seguir trabajando como si nada cada uno a su posición. Mientras, la grada entera, de forma unánime, rompe en un aplauso atronador, reconociendo el gesto de fair play que acaban de presenciar.
Gestos así, y la naturalidad con la que los niños los reciben y ejecutan, son los que hacen mágicos los años de fútbol 8. Deporte y nobleza en estado puro. Sin contaminar.
Y si esto hubiese sucedido ¿no merecería reconocimiento? ¿Y si existieran las tarjetas verdes, no merecería una? Pues, afortunadamente, el pasado fin de semana yo lo vi, y tengo que compartirlo. Si tú lo viviste, compártelo. Hagamos todos un deporte mejor.
#FFCV #Fairplay
NOTA: El vídeo por motivos técnicos se ha cortado y no aparece íntegro